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Expertos apuntan a un fallo de gestión de Red Eléctrica en el apagón del siglo en la Península

Descartadas las causas convencionales, como el incendio de una instalación o un ciberataque, el foco se centra en la operación del sistema

Vista de Madrid al amanecer este martes tras el apagón eléctrico de ayer.Foto: Juan Carlos Hidalgo | Vídeo: EPV
Carmen Monforte

A medida que pasan las horas, empiezan a vislumbrarse las causas que provocaron el blackout (apagón total) que el lunes dejó sin electricidad a toda la España peninsular y Portugal, si bien tanto Red Eléctrica como el Gobierno siguen sin dar una explicación plausible y este apela a una investigación externa. A los distintos expertos eléctricos consultados por este diario no les cabe ninguna duda de que lo ocurrido se debe “a un fallo” de la compañía que gestiona la operación del sistema eléctrico y la red de transporte en alta tensión, en la que participa el Estado con un 20% a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).

Si descartamos cualquier explicación convencional (como el incendio de alguna subestación o la caída de un cable, lo que hubiese provocado un apagón parcial; o un ciberataque, que el Gobierno no descarta) y teniendo en cuenta que el lunes era un día “sencillo” a efectos de la programación del sistema (con demanda baja, oferta suficiente y temperaturas templadas), el cerco se estrecha y todo apunta a un error en el centro de control de REE. En la compañía y en el Gobierno niegan “errores en la gestión antes o después de la incidencia” ni un “fallo técnico”, pues, efectivamente, las máquinas no fallaron, sino la operación.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo en la noche del lunes que a las 12.30 de la mañana se habían “perdido” 15 GW. Un término poco adecuado, pues la energía no se pierde, sino que se desacopla. En el sistema eléctrico, en cada momento la demanda (de los usuarios) debe casar al milímetro con la oferta (de las centrales de generación). De no ser así, se puede producir una sobretensión en la red de transporte, si bien, en estos casos, un mecanismo automático se ocupa de “soltar” la producción de las plantas. Pero esto solo es posible si la tensión (la habitual es de 400.000 voltios) está en un nivel inferior a 460.000 voltios (se llegaron a alcanzar los 470.000) y la frecuencia en 50 hertzios (llegó a 50,2). De lo contrario, poco se puede hacer. Los técnicos del operador no consiguieron ya corregir la situación con los instrumentos de balance que sirven para ajustar los desequilibrios.

Viviendas durante el apagón, el 28 de abril.

Una sobretensión evitable

En este punto, solo las tecnologías síncronas o con inercia (por este orden, la hidráulica, los ciclos combinados de gas y la nuclear) pueden corregirlos porque, en los dos primeros casos, actúan en segundos, frente a las renovables (solar y eólica, que no la tienen). Por tanto, en un momento en que la oferta era superior a la demanda (no muy elevada) y los técnicos no lograron el ajuste, pues se habían superado los parámetros antes citados, se produjo una sobretensión y todas las turbinas se desconectaron provocando un cero. Según Jorge Sanz, exdirector de Energía y expresidente de la Comisión para la Transición Energética, “la teoría que en un 99% explica lo ocurrido es que hubo una sobretensión y que el sistema se desacopló de golpe porque REE no había programado suficiente hidráulica y gas (síncronas), lo que hubiese permitido bajar la oferta al poder estas centrales reducir la producción en apenas un segundo”. Es lo que llaman en el sector “reservas rodantes”.

Un dato irrefutable es que de los 26 GW programados para el lunes, apenas 5 GW eran de energía síncrona: tres de las cinco grandes hidráulicas estaban fuera de servicio por mantenimiento (autorizado por REE) y todas las nucleares, excepto Ascó, también paradas.

Aunque la nuclear es menos flexible (puede arrancar en unos 20 minutos), los defensores de esta energía atribuyen el apagón a que estas plantas habían quedado fuera. Javier Santacruz, de la Asociación para la Transición Energética (ATE), reconoce que el agua y el gas “pueden absorber de inmediato las subidas de tensión”, pero la nuclear, que tiene que desconectarse por seguridad, también podría haber desempeñado un papel importante “para amortiguar después el impacto”. Y, sobre todo, “en la recuperación posterior del suministro”, que se habría logrado en menos tiempo.

Apagón historias

También se desacopló el sistema francés (interconectado con España a través de sendos cables por los Pirineos catalanes y el País Vasco, con una capacidad de apenas 5 GW), pero aún hubo tiempo para que algunas zonas del sur del país vecino se quedasen sin luz un periodo muy corto de tiempo. Ese bloqueo, automatizado en caso de sobretensión en España, evitó un efecto dominó que hubiese extendido el apagón ibérico a Francia. La interconexión con Portugal es mucho más elevada, por lo que este país no se libró de la caída.

La pregunta es: ¿Por qué los técnicos de REE no frenaron la sobretensión con los instrumentos que le proporciona el sistema? Jorge Sanz reitera que “faltaba energía síncrona que hubiese permitido corregir los desequilibrios”. Estos son muy habituales y fáciles de corregir, afirma otro analista, que subraya que “no hay fenómenos paranormales, sino pura física”.

Según la información que REE hizo circular el mismo lunes, la red “depende mucho de renovables variables, que se desconectan ante cualquier inestabilidad y que adolece de reservas de inercia física”, la que dan los ciclos y la hidráulica. El presidente del Gobierno aseguró el martes que tomará “las medidas necesarias para que no vuelva a pasar”, al tiempo que exigirá “responsabilidades a los operadores privados”, (a los que ha exigido las telemedidas del lunes) y se ha apuntado a que aludía a un par de plantas fotovoltaicas del sur de Extremadura, que pararon las primeras.

En el sector se teme ahora una persecución, y se considera que este señalamiento es una excusa para librar de responsabilidades a REE. Según José Donoso, director de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), “las plantas fotovoltaicas han respetado escrupulosamente la programación y los códigos europeos que son de lo más exigentes”. “Ahí están las curvas”, apunta para negar cualquier responsabilidad en el incidente. En este sentido, recuerda que hace “un año pararon dos centrales nucleares, con potencia muy superior a la de cualquier planta solar, y no se hundió el mundo. No es concebible que dos fotovoltaicas extremeñas sean culpables de lo ocurrido”. Donoso alude asimismo a la utilización que algunos intentan hacer del apagón “para frenar la transición energética”.

Se dispara el precio

La red eléctrica española pasa por ser una de las más robustas y malladas del mundo, con una capacidad varias veces superior a la demanda: 116.000 MW frente al pico histórico de 44.000 MW que se registró en 2003. Otro tanto ocurre con la generación, que es de dos a tres veces mayor al consumo habitual. De hecho, la proliferación de renovables en los últimos años (hace unas semanas el 100% de la energía consumida en un día fue renovable) ha puesto en un brete a muchas de las plantas convencionales, como los ciclos combinados, al ralentí muchos años; o la nuclear, algunas de cuyas centrales se han visto obligadas a parar por primera vez en los últimos meses al no casar en las subastas del mercado.

Una prueba de que algo falló es que ya el martes, en las mismas condiciones de oferta, demanda y temperaturas, no ocurrió nada. La presidenta de Redeia (matriz de REE), Beatriz Corredor, negó el miércoles, en su primera intervención pública desde el apagón, la responsabilidad de las renovables. Al parecer, la primera medida ha sido programar masivamente ciclos combinados, lo que ha encarecido el precio de la luz en el pool en un 500%: de 35 euros/MW el día 29 a 117 euros/MWh, el día 30. Para hoy el precio baja un 58%, hasta 13,29 euros/MWh.

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Sobre la firma

Carmen Monforte
Es redactora de Energía de Cinco Días, donde ocupó también los cargos de jefa de Especiales y Empresas. Previamente, trabajó como redactora de temas económicos en la delegación de El Periódico de Cataluña en Madrid, el Grupo Nuevo Lunes y la revista Mercado.
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