Una “dieta de cigarrillos” y máxima delgadez: vuelve la estética rockera de los 2000 (pero sin rock)
A aquellos chicos flacos, con pantalón pitillo y aspecto desastrado se los llamó ‘Hedi Boys’ (por el diseñador Hedi Slimane, su gran valedor) y dominaron el mundo en la primera década de este siglo. Según TikTok, están volviendo

A comienzos de 2001, la moda masculina estaba a punto de vivir uno de esos momentos cuyas repercusiones siguen resonando décadas después. El debut de Hedi Slimane como director creativo de Dior Homme no solo cambió la presencia de la moda masculina en la casa francesa, sino que instauró en la moda un ideal estético que, por primera vez, llegaba directamente desde fuera de los márgenes de la propia industria. El modelo de hombre que proponía el diseñador francés tras su primer paso por Yves Saint Laurent era decididamente andrógino, heredero de una tradición en la que la languidez se entiende como elegancia y, lo más novedoso, bebía directamente de una de sus pasiones, el rock. Ese desembarco en la casa Dior haría que la siguiente década se poblase de hombres que buscaban un ideal de belleza que se fraguaba en el backstage de una sala de conciertos, pero desprovista de toda la virilidad atávica del rock clásico. Había nacido una pequeña subcultura, los Hedi Boys (o sea, los chicos de Hedi).
Casi un cuarto de siglo después, el mundo de los primeros años del cambio de siglo puede parecer lejano y frívolo, el testimonio de una época en la que las preocupaciones eran insignificantes y la angustia que provoca un futuro cada vez más incierto no había acabado con las ansias de parecer inmaculadamente distante e inalcanzable. Sin embargo, y contra todo pronóstico, el ideal de estilo masculino que instauró Slimane ha regresado y lo ha hecho a través del medio menos afín a todo aquello que el diseñador francés quería transmitir: TikTok.

“Ayuda. Hay una epidemia de Hedi Boys”. Con ese titular, la web británica de tendencias Culted expresaba hace poco una tendencia que ha ido filtrándose poco a poco, directamente inspirada en esos primeros años del cambio de siglo. ¿Pero qué es un Hedi Boy? Las respuestas que la publicación busca en las calles van desde lo simple (“alguien que viste Hedi Slimane”), hasta lo sociológico: “Hay algunas características: café solo para desayunar, estudia moda y ha sido rechazado en un casting de Celine porque en realidad es más bajito de lo que aparenta”. Otras son más asequibles. “Pantalones pitillos, cazadora de cuero, botas puntiagudas y probablemente, pelo rubio con un corte mod”. Un retrato robot que podría remitir a hombres que rondaban la veintena hace dos décadas, cuando bandas como The Libertines, The Kills o Franz Ferdinand tendían puentes entre la música y la moda, y que sin embargo está sucediendo ahora mismo.
Una búsqueda sencilla en TikTok nos muestra que, si bien no es un fenómeno masivo, es real. Desde aspirantes a influencers de moda que explican por qué los pantalones pitillo vuelven a ser aceptables tras años en los que la generación Z los ha ridiculizado como un signo del desfase cultural de sus padres, hasta otros que explican cómo poder lucir como un Hedi Boy con un presupuesto ajustado que no permite siquiera rastrear las codiciadas piezas del diseñador en las webs de segunda mano. El fenómeno tampoco se libra de la ironía propia de la era de las redes: otro tiktoker muestra la dieta de un Hedi Boy, compuesta exclusivamente por cigarrillos. Lo que resulta más difícil de explicar es por qué en este momento, en el que durante años la moda asociada a la juventud ha optado por parámetros casi opuestos al ideal de Slimane, el diseñador francés vuelve a ser una guía estética.
Del rock a las masas
Si resulta tan sorprendente el resurgir del Hedi Boy como modelo estético es, en primer lugar, porque está íntimamente asociado a un momento y a un conjunto de referencias culturales. Sin formación específica en moda, aunque desde pequeño hacía diseños que su madre confeccionaba, Hedi Slimane estudió Ciencias Políticas hasta que descubrió la fotografía. El depurado estilo estético de sus imágenes, siempre en blanco y negro y en analógico, le valió para dar el salto a la moda, primero como consultor y luego con su primer gran cargo, diseñador de la línea masculina de Yves Saint Laurent. Allí comenzó a dar forma a su imaginario, que bebía tanto de la propia moda como del rock en su vertiente más andrógina y alejada de lo mainstream. El signo de los tiempos le era proclive: el comienzo del nuevo siglo había traído una nueva oleada de músicos que reivindicaban ese linaje que va de la Velvet Underground a Bowie. Era la época en la que Franz Ferdinand, The Kills, The Strokes o The White Stripes comenzaban a despuntar, y todos ellos tendrían algún punto de conexión con Slimane, vistiendo sus diseños o siendo fotografiados por él.


Ese vínculo con el rock que, por entonces, aún llevaba el acompañamiento de “independiente”, unido al gran secretismo de Slimane, alérgico a las entrevistas, ayudó a agrandar su mito. La presencia del diseñador no solo se dejaba notar en las pasarelas, sino en las calles: su modelos de masculinidad, basada en chicos delgados, con pose distante e impecable estilo, era algo a lo que aspiraban muchos jóvenes, sobre todo los que se guiaban por los códigos de la música británica de aquella época. Mientras, la sombra de Slimane se dejaba notar más allá de los círculos de la moda. Durante el Festival Internacional de Benicassim de 2007, la comidilla de la prensa fue la presencia del diseñador, que estaba acompañando y fotografiando a una de sus amigas de la música, Amy Winehouse.
Para el diseñador Alejandro Palomo, de Palomo Spain, la llegada de Slimane fue poco menos que un momento de revelación. “El fenómeno Hedi Boys fue realmente lo que marcó la moda de los 2000, sobre todo la moda masculina”, explica. “Para mí fue todo un despertar, entender que el hombre tenía la posibilidad de llevar moda más allá de lo que yo conocía. Fue muy reconocible y muy visto en 2007 o 2008, así que marcó mi adolescencia, cuando empecé a observar y a sentirme cercano a la moda de alguna manera. Todo esto se tradujo luego en ese look de Londres, relacionado con el rock indie, de pantalón pitillo, camiseta estrecha, sudadera, chaqueta…”, relata.
En 2025, todo ese mundo parece ya historia antigua. El rock, independiente o no, ha perdido relevancia y la estética del Hedi Boy parecía ya lejana. La estética propugnada por Demna Gvasalia en Vetements y Balenciaga había instaurado un nuevo canon, haciendo del oversize y los códigos estéticos de Europa del este su bandera. La pose de un chico delgado, con pantalones pitillo, cigarrillo en la boca y gafas de sol aunque el día esté nublado parecía un rastro del pasado. Pero los ciclos estéticos, sumados al poder de las redes sociales, no dejan de sorprender.

Estética sin la ética
En 2025 el mundo es otro. La música hecha con guitarras ha perdido terreno en las preferencias de los adolescentes y posadolescentes de hoy, y mucho menos conserva ese aura de identificación con lo estéticamente transgresor. Las bandas que vivieron ese auge a comienzos del siglo siguen apareciendo en la parte alta de los carteles de los festivales, pero ya como un ejercicio casi nostálgico para aquellos que lo vivieron en su día. ¿Por qué entonces surge ese interés por reivindicar esa estética?
Alejandro Palomo señala esa tendencia cíclica de mirar hacia el pasado para alejarse del tedio del presente. “La generación más joven se está volviendo a fijar en esa época igual que nosotros nos fijamos en los setenta, los ochenta o los noventa cuando éramos adolescentes”, explica. “Ahora ellos están mirando al principio de los 2000 y me parece muy relevante que pase ahora, que parece que Slimane está teniendo otra vez un momento”, añade.

Iria Domínguez, experta en comunicación de moda, también señala la coincidencia de que esta estética resurja cuando hay una conversación en el mundo de la moda sobre el futuro de Slimane, que abandonó la dirección creativa de Celine en octubre de 2024. “Me llama la atención que sea justo ahora, en este momento de saber qué pasa con él”, señala. “Me había aparecido esta tendencia en TikTok, sobre todo, pero lo había visto un poco ya en París y en Nueva York. En Nueva York, me fascinó ver claramente que hay un revival del look Hedi Slimane, esa escena de pitillo, americana, un poco vampírica... Claramente es un revival, pero también creo que está muy ligada a las capitales de moda y que ahora sí que está totalmente desvinculada de la música. No descarto que sigan escuchando o que surjan ahora bandas como las de esa época, pero creo que ahora se trata de pura estética”, señala.
Otra razón que señala para este revival es el agotamiento de una estética muy marcada por lo urbano, dominante en los últimos años. “El look de Demna y del oversize, más de calle y chandaleo, ya se agotó. Yo creo que la gente joven ahora quiere cambiar, diferenciarse de esa generación”, explica Domínguez. Mientras el mundo de la moda espera el próximo paso de Slimane, su estética vuelve a generar adeptos como hace ya un cuarto de siglo. Lo que ha cambiado, sin embargo, es que ahora es solo eso, estética.
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