Macron explora la idea de un gran referéndum para afrontar la última parte de su mandato
El presidente francés se somete este martes a preguntas de ciudadanos y personajes de la sociedad civil en un programa televisivo donde contempla anunciar una consulta popular


El síndrome del pato cojo, la teoría según la cual la autoridad de un presidente que no opta a una reelección empieza a descomponerse a mitad de mandato, ha sido especialmente severo con Emmanuel Macron. Para paliar sus efectos, intentó el pasado junio un golpe de efecto disolviendo la Asamblea Nacional y convocando elecciones legislativas. El evidente fracaso, a través del que perdió la mayoría y dio alas a la ultraderecha, fue acompañado de las dificultades por encontrar un primer ministro ―Michel Barnier duró apenas tres meses y François Bayrou está lejos de tener controlada la situación― y de una campaña para que Macron aceptase su decadencia y dimitiese. Ahora, tras recuperar una mínima parte de su popularidad gracias al liderazgo ejercido en el proceso para encontrar un acuerdo de paz en Ucrania, el jefe del Estado quiere retomar el control de la política francesa, con la incógnita de si pondrá encima de la mesa la opción de convocar un referéndum sobre algún asunto controvertido.
El plan ―antes de que Ucrania acaparase de nuevo el foco con la posible reunión el jueves en Turquía entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski― era partir de una larga entrevista con múltiples voces a la que se someterá Macron en la televisión pública durante dos horas este martes a las 20.00. Cuando se cumplen tres años de su segundo mandato (el 14 de mayo), debatirá en TF1 con una serie de personalidades públicas: desde la ensayista Agnès Verdier-Molinié y el alcalde de Béziers, Robert Ménard, al youtuber Tibo Inshape o el experiodista deportivo Charles Biétry, que padece la enfermedad de Charcot y cuya voz será reproducida por la inteligencia artificial. Hablará de política internacional, su salvavidas en los últimos meses. Pero también, y esto es una novedad desde el terremoto de junio, de pensiones, seguridad, inmigración, juventud o una ley de eutanasia.
La gran incógnita, la parte más relevante, es si Macron revelará los planes de convocar referendos que el Elíseo no ha desmentido en las últimas semanas. La opción preferida, según explicaba el diario Le Parisien el lunes, sería plantear en septiembre varias preguntas a los franceses en una sola consulta. Entre los temas considerados se encuentran asuntos laborales, una ley para decidir el final de vida (lo cual chocaría con los trabajos que el Parlamento ha retomado esta semana), protección social, organización territorial o la relación de los niños con las pantallas y las redes sociales. El tema más polémico y decisivo, sin embargo, como reclamó su ministro del Interior, Bruno Retailleau, la semana pasada, sería la inmigración. Parece descartada la posibilidad de que pueda preguntarse también sobre las finanzas públicas y el modo en que debe reducirse la deuda de Francia, como sugirió el primer ministro, François Bayrou, hace algunos días.

El artículo 11 de la Constitución, que permite al presidente consultar a la población, tiene un campo de aplicación bastante limitado. Pero los referendos, temen en el entorno del presidente, son una arma de doble filo. Al mismo tiempo que pueden permitirle ganar tiempo y acometer una serie de reformas sin mancillar su maltrecha popularidad, también podrían darle el golpe de gracia. Por ahora, no ha trascendido nada concreto desde el Elíseo. La última vez que se organizó un referéndum fue hace 20 años sobre la Constitución Europea y participaron cerca del 70% de los censados. El “no” ganó con un 55 %, lo que provocó, dos días después, la dimisión del gobierno de Jean-Pierre Raffarin.
El programa de este martes se inscribe en un movimiento más amplio de regreso al plano nacional. La agenda de Macron lleva días repleta de actos ―empezó la semana pasada― y tendrá su punto álgido en una gira institucional este miércoles en Nanterre (Hauts-de-Seine), Caen (Calvados) y Vendin-le-Vieil (Pas-de-Calais), para rendir homenaje a los dos agentes penitenciarios asesinados durante la fuga del narcotraficante Mohamed Amra hace justo un año y para hablar sobre crimen organizado.
El problema de fondo, sin embargo, no ha cambiado. El macronismo, sin un líder claro después de Macron, no tiene mayoría en el Parlamento y sigue dependiendo de los impulsos depredadores de los dos extremos del hemiciclo. En parte por eso, creen muchos, los referendos serían una manera de ganar tiempo y distraer la atención sobre una posible nueva moción de censura que terminase con el mandato de Bayrou, desacreditado tras un periodo gris y, hasta la fecha, notablemente estéril.
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