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Creada para durar: lo que esconde la colección Stockholm de Ikea

En 1985, la firma sueca de mobiliario decidió lanzar una línea con lo mejor de su diseño. Ahora presentan su octava revisión, en la que materiales y naturaleza se imponen

Ikea
Ana Fernández Abad

“¿Por qué el buen gusto y una cartera llena deben ir siempre de la mano?“, se preguntaba el texto de la introducción del catálogo de Ikea de 1985. Sus páginas argumentaban que no tenía por qué ser así. En ellas, la diseñadora sueca Karin Mobring y el diseñador checo Tomas Jelinek mostraban la nueva colección que habían ideado para la firma sueca: se llamaba Stockholm y sintetizaba “la mejor Ikea”. Su fundador, Ingvar Kamprad —quien con 17 años, en 1943, inició un pequeño negocio en una granja de Småland que hoy es una gran multinacional con presencia en 31 países—, les había pedido una serie de muebles de especial calidad pero accesibles. “Es un homenaje a lo mejor de la tradición de diseño sueca y centroeuroea”, continuaba el texto del catálogo, que subrayaba “la atemporalidad y la armonía de cada mueble”. Esos principios continúan presentes en la nueva versión de la colección, Stockholm 2025, que ve ahora la luz. Está compuesta por 96 piezas, desde pequeños objetos decorativos a grandes muebles, y detrás de ellos se esconden muchas horas de reflexión. “Hemos estado trabajando tres años en esta propuesta”, comenta satisfecha Karin Gustavsson, su directora creativa. Durante ese tiempo, Gustavsson y los diseñadores Paulin Machado, Nike Karlsson y Ola Wihlborg han perfilado la octava revisión de esta línea, cuyo último lanzamiento había sido en 2017 y mucho más reducido, de 47 piezas.

Gustavsson subraya que ha sido fiel a los principios instaurados hace cuatro décadas por Mobring —la primera mujer diseñadora que trabajó para la compañía, y creadora de algunas piezas icónicas como la butaca London o la mesilla Katinka— y Jelinek —que se había formado con el afamado arquitecto austriaco Josef Frank— y ha querido “hacer un homenaje al diseño escandinavo”, sustentado en la “sencillez y la durabilidad”. El proyecto ha implicado desde pruebas de materiales a experimentos para recrear sensaciones. Por ejemplo, en el sofá de tres plazas de pino macizo, Karlsson buscó recrear el sonido y la sensación de un relleno de plumas, pero sin utilizar materiales de origen animal. Lo cuenta con orgullo este diseñador que lleva desde 1992 en Ikea pero que antes se formó como carpintero mientras muestran las piezas a un reducido grupo de prensa internacional que ha podido ver en Estocolmo la colección por primera vez, un par de meses antes de su lanzamiento.

Piezas de cristalería, vajillas y portavelas son algunas de las propuestas de objetos de la nueva colección.

Casi dos millones de personas viven en el entramado de islas que conforma Estocolmo y su área metropolitana. La capital sueca tiene una luz especial en invierno; la nieve aporta claridad y el amarillo con el que están pintadas las paredes de muchos de sus edificios refleja ese brillo. Anders Johansson, arquitecto del estudio local Ateljé Södersvik, ejerce de guía, comparte anécdotas sobre el pasado de la ciudad que ayudan a entender los detalles de la colección. “Su esencia parte de la cercanía a la naturaleza, hay muchos pinos y abetos, hay barrios nacidos de la roca”, explica, “y la luz siempre es especial, distinta en cada estación, cuando el sol está bajo da una luz cálida muy característica”. Señala la integración de la arquitectura en esa naturaleza poniendo como ejemplo el Museo de Arte Moderno y Arquitectura que el español Rafael Moneo erigió en los noventa en la isla de Skeppsholmen, conocida como isla del placer, que fue refugio real y lugar de celebraciones en el siglo XVI y luego perteneció a la Armada. Johansson habla de que donde está la ciudad hubo un lago, dice que en la época de los vikingos el agua estaba cinco metros más alta que hoy en día, y que antes de utilizarse colores en las fachadas se veían el ladrillo o la madera que cubrían los edificios, pero ahora el amarillo se ha convertido en el color de la arquitectura de urbana y el rojo en el que identifica las construcciones que se hacen en medio de la naturaleza, en las islitas que conforman el archipiélago de Estocolmo.

Nike Karlsson es el responsable del diseño de estas lámparas de cristal y acero.

“Aunque se llame Stockholm, la colección no habla solo de la ciudad, sino de la naturaleza que la rodea”, subraya Karlsson. Machado, la diseñadora responsable de los textiles y objetos de cristal de la colección, recalca que esa naturaleza ha sido su principal fuente de inspiración. “La mayoría de la gente vive en ciudades y no tiene acceso a la naturaleza como nosotros aquí, por eso hemos querido trasladar la calma de la naturaleza a la vivienda”, explica. En un futuro, sostiene, la clave del trabajo con textiles “tendrá que ver cada vez más con una actitud circular de reutilizar lo que ya existe”. Y en un futuro, pero también en el presente, la artesanía es fundamental. Comenta que para crear los objetos de cristal de esta colección ha trabajado con especialistas en vidrio soplado. “Quería formas sencillas, que pudieran parecer surgidas de la tierra”, indica y señala como ejemplo uno de los jarrones que ha diseñado. Es de forma irregular, bulbosa, y negro. Eso también tiene una explicación: “Me encanta recoger ramas de la naturaleza, pero necesitan mucha agua, y siempre sale cerco en el jarrón, algo que me molesta muchísimo, pero así no ocurre”.

La silla es de haya maciza y la alfombra es cien por cien lana.

En la colección —con piezas que van desde los 1,99 euros de un vaso de cerámica con esmalte a los 1.549 euros de un sofá de cuatro plazas— no falta una nueva estantería diseñada por Wihlborg combinando madera maciza y chapa de roble para un acabado en el que las junturas son invisibles. “Crear la estantería fue un auténtico desafío técnico. O los sofás, que para mí fueron el punto de partida, porque es la pieza que manda en una estancia, por volumen e identidad, por eso diseñamos modelos muy diferentes Nike y yo. El mío no tiene cojines porque me da la impresión de que siempre acaban en el suelo y por eso decidí hacer una pieza única que se puede separar en módulos y es muy funcional puedes dividirlo y llevar cada módulo a una habitación”, explica. Para él, “los materiales son lo más importante de la colección, se ha trabajado con roble y pino macizos, lana en las mantas... Es una elección muy importante, porque tienen una garantía de 25 años y hay que buscar que sean duraderos y envejezcan bien”.

La nueva estantería diseñada por Ola Wihlborg combina madera maciza y chapa de 
roble. Al lado, detalle de una de las alfombras, con estampados inspirados en la naturaleza.

Gustavsson detalla que “el pino envejecido es muy escandinavo, porque cambia con el paso del tiempo o la luz que le da”. Porque “la durabilidad es la clave”, insiste la directora creativa. “Cuando el fundador de Ikea creó esta colección lo hizo para demostrar que no era solo para una primera casa, para gente joven, sino que se podía hacer algo de más calidad. Esa calidad y el diseño duradero son la esencia de Stockholm”, indica, “en mi familia todavía hay piezas creadas por Mobring y Jelinek”.

De izquierda a derecha, Karin Gustavsson, Nike Karlsson, Ola Wihlborg y Paulin Machado.

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Sobre la firma

Ana Fernández Abad
La editora de estilo de vida de S MODA está especializada en temas culturales y personajes de actualidad. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra y ha escrito en medios como Diario 16, El Comercio o Descubrir el Arte.
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